A pesar de la tradicional demarcación que separa, por un lado, el conocimiento verdadero, los hechos, la razón y la objetividad, y por el otro, las creencias, los valores, las emociones, la política y el poder, se podría decir que nuestra realidad se caracteriza justamente por la proliferación de híbridos entre el dominio de lo natural y el dominio de lo cultural. El análisis conjunto de estos aspectos como si fueran una red sin costuras no solo supone evitar el paso por las dicotomías y compartimentos propios del pensamiento moderno, sino que implica abordar nuestra realidad como algo constituido y agenciado por la relación entre múltiples actores (humanos y no humanos). Desde esta perspectiva, la ciencia no es solo un proceso cognitivo que da cuenta de los fenómenos naturales o sociales, sino implica una actividad humana colectiva, encarnada en artefactos materiales e inseparable de las configuraciones de la realidad social y de los ejercicios del poder. La ciencia y el orden social se entienden por tanto como procesos producidos de forma conjunta y simultánea.
A partir de esta mirada co-produccionista, la línea de historia cultural de la ciencia y la tecnología tiene como objetivo principal indagar por las complejas relaciones –locales y globales– entre las prácticas científicas y tecnológicas, la cultura y el poder sin asumirlas como actividades claramente distinguibles o como entes monolíticos y ahistóricos. En particular, se busca una aproximación metodológica que problematiza la distinción entre producción y comunicación del conocimiento científico y que aboga por un mayor interés en los procesos de circulación y apropiación de teorías, prácticas e instrumentos científicos a la hora de analizar sus nexos con la cultura y el poder. Se asume que tanto el lenguaje como otros tipos de prácticas no discursivas que describen y clasifican el mundo son performativas: son prácticas, objetos materiales y textos que al interactuar –y de ahí la importancia de analizarlos en conjunto– tienen efectos de verdad y permiten articular realidades naturales y sociales.
Un aspecto importante de esta línea consiste en prestarle mayor atención como objeto de análisis histórico a los artefactos culturales involucrados en la co-producción del orden natural y el orden social. Los instrumentos científicos y las mediciones que realizan, los números, estándares y las tablas estadísticas que articulan los procesos de cuantificación, así como las imágenes, representaciones y metáforas que permiten producir nuevos ámbitos de cuantificación, son todos ellos artefactos que circulan y se modifican en contextos particulares, sufriendo procesos de negociación y de estabilización.
Coordinador: Stefan Pohl Valero
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